Con las vacaciones llamando a la puerta de mi casa, casi puedo sentir la brisa del mar en el rostro y el sabor a la salitre en el fondo de la garganta.
Una especie de efecto placebo, igual que el que me produce ver las imágenes de esta casa.
Olor a mar, fue lo que le pidió el propietario de esta casa, al arquitecto japonés Sou fujimoto, cuando le realizó el encargo. Algo que el premio Pritzer supo reflejar a la perfección.
Una especie de efecto placebo, igual que el que me produce ver las imágenes de esta casa.
Olor a mar, fue lo que le pidió el propietario de esta casa, al arquitecto japonés Sou fujimoto, cuando le realizó el encargo. Algo que el premio Pritzer supo reflejar a la perfección.