El mercado
del arte fluctúa según sus propios esquemas. Su dependencia, por
un lado de la crítica y por otro de los marchantes que controlan las subastas, y por otro de las
propias leyes del mercado, generan cambios de valor de la obra de
arte, que, como cualquier otra mercancía queda sujeta a la especulación. El
arte es un “medio de expresión humano de carácter creativo” y
como objeto creado puede tener un valor de mercado, pero no se trata de un valor
intrínseco del arte. Que el ser humano lo considere o no mercancía
es siempre independiente y sucede a “posteriori” de la
inquietud creadora. El mercado del arte puede acabar desvirtuando esta
inquietud.