Hace cosa de año y medio, reciclé mi bicicleta de montaña, como medio de transporte urbano. No sin cierto miedo de pegarme un buen tortazo pero poco a poco, he ido descubriendo una maravillosa forma de ir a cualquier parte a tiempo y sin preocupaciones por el aparcamiento.
El problema surge a la hora de meterla en casa. Su tamaño, el peligro de manchar las paredes con las ruedas y la integración visual, son mis caballos de batalla particulares.
Una alfombra y un maravilloso papel pintado a juego con los colores de esta bici restaurada, la integran a la perfección en el recibidor. Imagen: Coordone